sábado, 6 de junio de 2009

Explotan a niños en la subida al Cerro Cubilete

Por: Ruth Elizarraraz, Domingo, 30 de Noviembre de 2008
Hay limosneros de hasta 2 años de edad que trabajan desde temprano
Bajo la mirada de sus padres o de sus hermanos mayores, un grupo de niños de entre dos y 10 años acude diariamente al camino que conduce a la montaña de Cristo Rey para pedir dinero a los turistas.
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Uno de los pequeños trabajadores de la zona en plena acción de “pedir un peso” .Aunque se niegan a cruzar más palabras que las de "¡déme un peso!, los menores realizan dicha actividad para aportar al gasto familiar. Este es un claro ejemplo de violación a los derechos de los niños, quienes no deben trabajar hasta que tengan 18 años.
Los hermanos José de siete años, Juan de 10, María de 12, y Bárbara de tan sólo dos años, son los más privilegiados ya que ayer fue su día de buena suerte, al ganar la primera curva que se encuentra a pocos metros de la comunidad de Aguas Buenas.
No les importó salir a las siete de la mañana de su casa ubicada en la comunidad de Pavileros para ocupar ese lugar privilegiado, porque la mayoría de los turistas les da una moneda, fruta o comida, y en ocasiones hasta les han dado ropa y juguetes.
Aunque la temperatura es bastante fría y el viento entume la cara, los niños sólo visten ropa ligera e incluso uno de ellos no trae suéter. Alrededor de las tres de la tarde, dicen que las ganancias han sido pocas ya que entre los cuatro apenas sí alcanzan a juntar 50 pesos.
"Ahorita casi no han subido carros, pero hay unos señores recodos", dijo Juan mientras se tapaba la boca con la manga de su suéter. Pero cuando se les pregunta por sus papás o si van a la escuela, comienzan a retirarse; el pequeño José es el único que responde que ya sabe contar pero su hermana mayor lo toma de la mano para ir nuevamente a la curva, en la espera de más personas que les den un peso o algo de comer.
Otros tres niños, de aproximadamente 12, 10 y un año hacen lo posible por llamar la atención de los automovilistas.
La niña más pequeña, es cargada por su hermana para asomarla a la ventanilla de los autos y en caso de que les den alguna moneda, el niño más grande es el encargado de guardarlo.
Sólo hablan lo necesario, para pedir una moneda o para dar las gracias, porque a lo lejos, protegiéndose del frío con una tela atada a carrizos está sentada una mujer que observa sus movimientos, sólo basta que les haga una señal para que se retiren de los carros.
En el trayecto para llegar a la montaña de Cristo Rey, los automovilistas pueden ser abordado por hasta cinco grupos de niños, y aunque en un principio es uno el que comienza la labor de convencimiento para que los apoyen con una moneda, en algunos sitios se pueden reunir hasta diez menores de edad que escoltan a los conductores una buena parte del camino hasta que por fin tienen en su mano la ansiada moneda.
Aunque ninguno de los entrevistados quiso hablar sobre la situación económica en su vivienda, las labores que realizan sus padres o la cantidad que recolectan diariamente, es evidente que realizan dicha actividad bajo la tutela de personas mayores.

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