viernes, 5 de junio de 2009

Preserva coronense la tradición de la obrajería con lana virgen


Por: Onofre Lujano , Domingo, 17 de Junio de 2007
Eligio Ramos Martínez pertenece a la cuarta generación en su familia que realizan esta actividad artesanal
CORONEO
CREATIVIDAD ECONÓMICA
Eligio cuenta con un taller que le permite dar trabajo a más personas, además de que es invitado a exposiciones donde puede vender las piezas.
Menos obrajeros
“Actualmente sólo existen 8 artesanos de prendas de lana. Anteriormente la comunidad de Cerro Colorado vivía de la artesanía. Hoy en día sólo hay tres artesanos ya de edad. Ya no interesa la obrajería. Todos emigran a los Estados Unidos, pero los que nos quedamos buscamos que sobreviva la tradición. A mí me ha ido bien, porque he puesto empeño en mi trabajo”. Eligio Ramos Martínez obrajero coronense
Eligio Ramos Martínez lleva 35 años como obrajero. En ese tiempo, sus manos han trabajado la lana y la han convertido en hermosas prendas de vestir llenas de colorido y autenticidad.
Ramos Martínez comenta que las prendas que se elaboran en este municipio se hacen a mano y con lana virgen. Duran de 20 a 30 años, por lo que la gente se aburre de verlas.
Sin embargo, son prendas que dan el calor que no ofrecen otras fabricadas con materia prima sintética, "y esto es lo que nos ha sacado adelante", destaca el obrajero.
También se procesa la lana con máquinas hechizas en las que se lava e hila y "es parecida a la lana que hilamos a mano". "Los hilos se hacen con máquinas de torcer, que son manuales.
De ahí sacamos el derivado y cuando llegan con nosotros la lavamos. La prenda, ya después, también se lava". El obrajero refiere que en este municipio se siguen elaborando, con la mejor calidad, gabanes, rebozos, bufandas, guantes, cobijas, cobertores, colchas, cortinas y manteles y que la invasión de artículos chinos no ha afectado la obrajería como actividad artesanal.
"Nos adaptamos a lo que el cliente pida y esto nos ha fortalecido como artesanos", asegura. Si bien reconoce que antes había muchas familias que dependían de esta artesanía y actualmente ya no. "Muchos no se dedicaron de lleno y no pusieron el empeño como debe ser en cualquier trabajo para salir adelante.
Creo que de los jóvenes quedo yo. Sólo quedan nuestros viejos, quienes no pueden salir, pero sus hijos no siguieron la tradición".
La familia Cuatro generaciones de obrajeros se han sucedido en la familia de Eligio Ramos Martínez desde hace 100 años: primero fue su bisabuelo (cuyo nombre no recuerda), luego su abuelo Eligio Ramos, después su padre Adolfo y ahora él.
A sus cuatro hijos Eligio ha tratado de inculcarles el gusto por la obrajería, aunque son profesionistas tres de ellos: el primero abogado (Ricardo Eligio), el segundo contador público (Giovanni) y el tercero licenciado en Comercio Internacional (Jonathan), quien es al que más le interesa el negocio y por eso estudió esa carrera.
Su cuarto hijo, Carlos Alberto, tiene apenas 11 años y estudia la primaria. Su esposa Raquel Jalapa viene también de una familia de artesanos y está integrada al taller.
"Yo hago el trabajo sucio y ella el toque fino", dice Eligio Ramos Martínez, quien considera que la calidad de sus prendas le ha permitido mantener mercados como León (Guanajuato) y venderlas además en Chihuahua, Guadalajara, Pátzcuaro, Querétaro y otros lugares turísticos.
Al respecto, asegura que los productos que elabora son para gente que conoce la artesanía y por ello cuando lo invitan a exposiciones por parte del gobierno del estado, pregunta primero a dónde va, para saber si hay quién las pague por su real valor.
El taller Eligio considera que los gobiernos actuales prefieren darle oportunidad a las maquiladoras, "que son un fraude", y pagan a los obreros sueldos muy bajos que los mantienen en la pobreza.
En su taller trabajan actualmente de 10 a 12 personas fijas, pero unas 50 se benefician indirectamente haciendo puntas, despeinando u otras actividades. "Quienes les dan el toque final a nuestras prendas son las mujeres, que tienen la delicadeza para el acabado", señala.
En el taller se elaboran de 40 a 50 prendas por semana, las cuales son almacenadas en espera de la llegada del invierno, cuando saldrán a satisfacer la demanda de los clientes.
"Es cuando tenemos más demanda, sobre todo de gabanes, suéteres, cobijas y otras, las cuales vendemos garantizadas", concluye.

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