viernes, 5 de junio de 2009

Temascal, entre otomí y el vapor del mezquite...


Por: América Ortiz, Domingo, 26 de Agosto de 2007
El baño curativo, como se le llama, nace en Villagrán con la llegada de grupos autóctonos
Villagrán
El rescate de raíces
Los padres del alcalde de Villagrán -Armando Torrecillas Mejía- también tenían ascendencia otomí, por ello dominaban la lengua y se lo pudieron enseñar un poco. A fin de rescatar sus raíces y las del municipio, el alcalde promovió ante el Ayuntamiento, el gobierno estatal y las instancias federales relacionadas con el tema, la construcción de un "Centro cultural y ceremonial otomí" con el que se pretende fortalecer la cultura del municipio en sus distintas facetas e incluso exponer las tradiciones que todavía sobreviven en esta región. En el Centro también se construiría la "Casa de la Cultura" y se impartirían diversos talleres a la población, incluso el idioma inglés. El proyecto ya está en papel y actualmente se busca la validación de la obra para comenzar su ejecución en un terreno ubicado a la salida de Santa Cruz de Juventino Rosas. Además, el alcalde ha organizado diversos eventos para dar a conocer las danzas, música y poesía de los grupos indígenas del municipio. El pasado 10 de agosto, en Villagrán se realizó el Primer Encuentro de los Pueblos Indígenas, donde estuvieron representantes de 12 municipios del estado, el director del Instituto Estatal de Cultura, Juan Alcocer; el diputado local José Medina Miranda; el diputado federal Antonio Vega Corona; el director general del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas de México, Fernando Nava; un representante del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, Héctor Montaut Casas y el titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Eloy Rodríguez Luis. También participaron alabanceros y concheros; hubo un encuentro de danzas de san Miguel de Allende y el municipio anfitrión; se exhibieron juegos tradicionales Chichimecas como el juro al blanco y los cocoyos de palma de yuca.
Los orígenes de Villagrán se remontan al siglo XVIII, cuando llegaron al Bajío grupos de otomíes que se asentaron en la ribera del río Laja; sin embargo, aún en la actualidad hay vestigios de este hecho, pues entre los habitantes del municipio hay quienes hablan otomí e incluso quienes tienen en su casa los ancestrales baños de Temascal.
La gente que habla el otomí ya oscila entre los 78 y 100 años de edad, como doña Conchita Cerrogordo, quien a sus 97 todavía gusta de hacerse baños de Temascal y tejer petates de bejuco.
Conchita habla despacio y entrecortado, pero no por su edad, sino porque asegura que le ha costado mucho trabajo aprender el castellano ya que sus padres sólo le enseñaron el otomí y ahora ya nadie le entiende.
Según una investigación del gobierno local al frente de Armando Torrecillas Mejía, realizada a raíz de la creación del proyecto "Centro cultural y ceremonial otomí", hay en Villagrán unas 355 personas que hablan esta lengua, principalmente en la cabecera municipal y en la comunidad Suchitlán.
Hace unos días en Villagrán se realizó el primer "Encuentro de los Pueblos Indígenas" evento que sirvió para la expresión cultural de nuestras raíces y el que no podía quedar de lado el rescate de las lenguas indígenas como la otomí.
Al evento acudieron, además de autoridades municipales y estatales, personalidades del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
El alcalde Armando Torrecillas se dijo preocupado porque pese a las acciones que se implementan para rescatar los pueblos indígenas en todo el país, en Villagrán el problema es que la gente que habla otomí ya es muy longeva y la mayoría está enferma.
El origen En el siglo XVIII llegaron al Bajío grupos otomíes que se asentaron en la rivera del río Laja y en lo que hoy conocemos como Villagrán.
El Virrey Baltasar Zúñiga Guzmán Sotomayor, en presencia del subdelegado de la Villa de León, el fraile José María Ausquerque, fue comisionado para que iniciara los trabajos de la nueva población y la distribución de solares.
Esto ocurrió el 4 de mayo de 1721 fecha en que se fundó el pueblo El Aguaje, llamado así por la antigua tradición de ser un lugar en el que se concentraban los ganados de las cercanías para ser abrevados.
Por décadas la lengua que predominó en Villagrán fue la otomí pero con el paso del tiempo la lengua fue sustituida por el castellano aunque hoy en día hay pobladores que aún tienen mucho trabajo para entenderlo y hablarlo, pues de generación tras generación se les inculcó el otomí junto con algunas tradiciones gastronómicas, medicinales y laborales.
Un caso Doña Concepción Cerrogordo García, tiene 97 años de edad y vive en la calle de Manuel Doblado, en la cabecera municipal de Villagrán, junto con su hija Concepción González, de 62 años.
Doña Conchita, como le dicen todos los vecinos, aún viste las prendas tradicionales otomíes, domina esta legua, aunque no sabe escribirla, y tiene costumbres que le heredaron sus ancestros.
Ella ya tiene su cabello blanco, pero bien trenzado; en su cara se refleja el paso de los años tras cada una de las arrugas y su caminar lento la lleva de su cama a un pequeño techado en donde fabrica petates de bejuco, uno cada dos días, los cuales vende a 100 pesos.
Pero no es todo, porque también tiene a su cargo dos lechones y diaro les prepara su comida. Doña Conchita es una persona lúcida pese a su avanzada edad, pues todo lo recuerda a la perfección y aun se asoman en sus ojos algunas lágrimas cuando recuerda a sus padres, su infancia, la juventud y sobre todo a su esposo, Pablo González Alejo, quien falleció hace nueve años.
Una de las cosas que más le gustaba hacer con su marido, dice, era darse un baño Temascal, que es un pequeño cuarto construido de tabique, lodo, una cama de carrizo y en el fondo un hueco en el que se quema leña para generar calor y convertirlo en un baño de vapor curativo.
El temascal de Conchita mide como 1.5 metros cuadrados y de alto no sobrepasa los 70 centímetros. La persona se acuesta para recibir el vapor producido con leña de mezquite y ramas de pirul, pero antes se unta aceites hechos a base de plantas como la artemisa y ruda.
Doña Conchita asegura que estos baños son buenos para aliviar los dolores de los huesos; las reumas; la frialdad en el cuerpo y los problemas respiratorios. Por ello dice haber vivido tantos años y aún conservar fuerzas para trabajar y seguir adelante en la vida.
Este baño temascal fue construido por su esposo, pero no sólo su familia se ha visto beneficiada, pues también van otras personas a tomarse un baño. Sobre la lengua otomí, doña Conchita recuerda como hace unos años no entendía el castellano y mejor se quedaba callada.
Mucha gente, dice, llegó a pensar que era muda y después cuando comenzó a hablar castellano había quien la consideraba tartamuda, pero la realidad es que no domina el idioma.
Ahora es platicadora y no puede evitar dar su opinión sobre las mujeres de ahora, las cuales dice "no saben hacer nada, ni tortillas, ni petates, ni el quehacer de la casa, sólo van a la escuela y luego cuando salen van bien abrazadas de los muchachas, yo nomás me río de ellas".

No hay comentarios: